Cuando el sol se toma un respiro y la oscuridad cubre todo lo que el ojo humano puede captar, como si de un reloj se tratase, el abuelo Nanuq reúne a toda la aldea junto al fuego. Un hábito que se ha convertido en tradición.
La combinación de las sombras de la hoguera y de su voz grave, climatiza un escenario idóneo para contar una de sus maravillosas historias. Convirtiéndose en uno de los momentos mágicos del día.
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