En uno de los lugares más remotos del mundo, donde sólo sobreviven los más resistentes, habita nuestro pequeño amigo. Nosotros lo conocemos como Artic Kid, pero su verdadero nombre es Nikku.
Lo peculiar de este niño es su forma de entender la vida. En el Ártico no hay videoconsolas ni móviles, ni ningún otro dispositivo electrónico que le distraiga de lo verdaderamente importante, su familia.
Su día a día no es otro que despertarse con las primeras luces del amanecer, disfrutar del impresionante mosaico helado, ayudar en las tareas a su madre, salir a cazar con su padre y explorar los sitios más recónditos del Polo Norte con su fiel Husky, Hooka.
Nikku cree que los animales tienen su propia alma, por lo que trata a Hooka como si de una persona se tratase. Estos, como si fueran dos hermanos gemelos, se la pasan correteando el poblado, divirtiéndose y haciendo travesuras, consiguiendo acabar con la paciencia de los más ancianos.
El más anciano, y a su vez, el más sabio es su abuelo Nanuq. Cuando el color del sol se mezcla con el blanco del hielo y los esquimales buscan el refugio del iglú, El abuelo Nanuq comienza a narrar maravillosos relatos que escuchó o vio con sus propios ojos a lo largo de su vida.
Así transcurre la vida en este peculiar poblado de Alaska, donde todavía el demonio capitalista no ha puesto sus garras. Dónde la mera existencia del ser, es vivir en armonía con la naturaleza. Por desgracia, el calentamiento global está amenazando cruelmente el futuro de los Inuits. La avaricia y la codicia del ser humano está acabando con nuestro planeta y con ello, con la verdadera esencia de la vida.
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