sábado, 31 de mayo de 2014

Materiales para entintar tus dibujos

Hay artistas que después de hacer el dibujo les gusta entintarlo. Esto lo hacen muchos los dibujantes de cómics, primero lo hacen a lápiz y luego lo entintan, la mayoría de las veces son hasta dos artistas distintos, y luego un tercero lo colorea (hoy en día digitalmente).

Para entintar de manera tradicional (lo digo así porque lo podemos hacer también por Photoshop o cualquier otro programa de ordenador) lo normal es usar estas herramientas:

ROTULADORES CALIBRADOS



El tipo de líneas que utilicemos en un dibujo son fundamentales. Las líneas definen nuestro estilo y la personalidad del dibujo.



Lo bueno de estos calibrados es que tienen una amplia gama de tamaños de las líneas.
Desde el 0.05 mm hasta el 1 mm (diámetro de la punta del rotulador y por tanto el grosor de la línea).




PINCELES
A los ilustradores más veteranos les gusta utilizar pinceles y tinta para entintar sus dibujos. Esta técnica es bastante difícil debido a la flexibilidad de la punta de los pinceles y el poco control que se tiene con ello si eres principiante, por lo que si estas empezando en el mundo de la ilustración no te los recomiendo.
Al igual que los calibrados los hay de todos los tamaños.


ROTULADORES PINCEL



Existe un híbrido entre rotuladores y pinceles. Tienen la punta de un pincel pero la tinta la tienen dentro, como un rotulador, no hay que estar mojándolos.
Los hay de distintos tipos respecto a la punta que tengan:
Los hay que imitan a un pincel de toda la vida, con sus cerdas (los pelitos) y eso.
Y hay otros que tienen una punta más sintética se podría decir y de una sola pieza, en vez de estar dividida en cerdas.

Lo bueno de estos rotuladores es que dependiendo de la presión y el ángulo con el que dibujes puedes conseguir líneas de distinto grosor con un mismo rotulador.



ROTULADORES CON BASE DE ALCOHOL

Estos rotuladores no tienen nada que ver con los "Carioca" que seguramente conoceréis.
Estos tiene una base de alcohol lo que les permite mezclarse mucho mejor entre ellos y que la tinta no se superponga.




Se suelen utilizar para colorear tus dibujos y se pueden hacer maravillas con ellos.

Son bastante más caros que los rotuladores normales pero merecen la pena, hay un montón de marcas y los hay desde 2€ la unidad hasta 6€ la unidad. Claro está, por Internet, si buscas bien, los puedes encontrar más baratos o de oferta.



Gracias a la tinta con base de alcohol puedes conseguir distintos efectos e intensidad de color con el mismo rotulador, dependiendo de como satures el papel con la tinta.

Materiales para el dibujo a lápiz



Lápices/ Portaminas

Hay varios tipos de lápices, o más bien, distintos tipos de minas.

9H    8H    7H    6H    5H    4H    3H    2H    H    F    HB    B    2B    3B    4B    5B    6B    7B    8B    9B

Muy duro ----------------------------------semidurosemiblando --------------------------Muy blando

Los B aparte de ser las más blandas, son las más oscuras, las H son más “plateadas”.
Los H o las minas duras se utilizan para dibujo técnico, ya que manchan y emborronan menos el papel.  Los B se utilizan para el dibujo artístico o esbozos.



Dentro de los portaminas diferenciamos tres tipos principalmente:
Punta fina, punta media y punta gruesa.
Yo personalmente prefiero los de punta media o gruesa, ya que también puedo conseguir dibujar pequeños detalles y no arañan tanto el papel.


Difuminos
Como su nombre indica sirven para difuminar lo que hayas dibujado a lápiz, portaminas o carboncillo.
Los hay de varios tamaños.



Gomas



Hay tres tipos principalmente:
La goma común de toda la vida.

La goma maleable, que para mi es mucho mejor.  Como su nombre indica le puedes dar la forma que tú quieras y no suelta esas virutillas, y para limpiarla solo tienes que estirarla un par de veces y listo, no se gasta como las gomas de toda la vida.
Además puede utilizarla para borrar parcialmente, es decir, si no quieres borrar del todo una línea pero quieres  aclararla o hacer que se vea menos. O por ejemplo si estamos dibujando a carboncillo podemos utilizarla para borrar ciertas zonas y darle brillo al dibujo.




El Lápiz goma, es como un lápiz de toda la vida pero en vez de la mina de grafito tiene una goma. De esa forma podemos borrar ciertas zonas de manera más precisa.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Como digitalizar un dibujo con Photoshop CS6


Antes de empezar, recomiendo que utilicéis una tableta gráfica, para mi Wacom tiene las mejores, pero son un poco caras, aunque tiene la gama Bamboo que están muy bien de precio y para usarlas de manera amateur van genial.
El estilo que voy a utilizar para este tutorial es cell shading, un estilo que se usa mucho en animación y cómics.
**Recomiendo que tengáis siempre ordenadas las capas y nombrarlas de manera que sepáis siempre cual es cada una, creedme, os será muy útil.**

1. Necesitamos un dibujo que previamente hayamos hecho.
Una vez que tengamos el dibujo hecho, lo escaneamos o le hacemos una foto.

2. Dentro de photoshop abrimos el dibujo escaneado, pero no como fondo, sino como una capa más.
Luego le bajamos la opacidad a esa capa al 50%-60%.




3. Empezamos a "calcar" (por eso lo de bajar la opacidad) las líneas de nuestro dibujo en una capa nueva.


4. Coloreamos el dibujo utilizando la herramienta "varita mágica" y "el pincel".
**Colorear siempre en una capa debajo de la capa en la que tengáis las lineas de vuestro dibujo**
Utiliza diferentes capas para cada color o parte del dibujo, Ej: una capa para el pelo, otra para la ropa, la      piel...


5. A continuación empezamos a sombrear el dibujo. 
Elegimos una fuente de luz, en mi caso arriba a la izquierda. Por lo que colocaremos las sombras en la   parte opuesta del dibujo, abajo a la derecha en mi caso. 
Sombrearemos aquellas partes a las que no le de la luz.
Utilizad capas diferentes a las de los colores originales. Es decir, una capa para las sombras de la piel,     otra para las de la ropa... Utilizad un color un poco más oscuro que el que hayáis usado antes para             representar las sombras.
Yo utilizo la herramienta lazo para selccionar las zonas que voy a sombrear.Luego relleno esas zonas        con el pincel o la herramienta degradado (tecla G en photoshop).





6. Ahora haremos lo mismo que con las sombras pero con los brillos o reflejos.
Al contrario que las sombras, los brillas irán en la misma zona de donde proviene la luz, en mi caso arriba     a la izquierda.
** En vez de utilizar simplemente un color más claro para los brillos intenta usar un color distintos para estos. Usa un color más amarillento o anaranjado dependiendo del color de la luz que supuestamente haya en tu dibujo. Ej: si es de noche usareis un color azulado para reflejar el color de la luna.**



7. Cuando ya tengamos todos los colores, sombras y los brillos, vamos a añadirle un toque final al dibujo   para añadirle más personalidad.
Duplicamos todas las capas visibles de nuestro dibujo y combinamos todas las copias. 
Luego, con la capa de las copias seleccionadas vamos a la barra de arriba de PS y seleccionamos Filtros     > Desenfocar >Desenfoque Gaussiano, y en radio, le ponemos de 5 a 7 píxeles,
Luego seleccionamos la opción Multiplicar en el modo de la capa en la que tengamos todas las copias       combinadas..... ¡¡Y LISTO!!


Luego si queréis podéis añadir más detalles o diseñar algún fondo, aquí está la versión final de mi dibujo.



jueves, 22 de mayo de 2014

John "Fire"

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Seguro que querrá saber más de este personaje tan sofisticado. Su historia comienza en el momento que se alistó en el Ejército de Tierra de los Estados Unidos, cuando su humilde nombre, John Smith, pasó a llamarse "John Fire". Este apodo se lo pusieron sus leales compañeros durante su período en la Guerra de Irak. Concretamente fue su mejor amigo Walter Miller, porque solía reírse de su extraño pelo naranja, que a juego con su ojos color miel, daba la sensación de haber salido del mismísimo infierno.
Aunque su aspecto era impactante, John Fire era de lo más sociable y desprendía amabilidad con sus compañeros. Pero si has visto sus bíceps, sabrá que nadie se atrevía a beneficiarse de su bondad. Aun así, era el mejor compañero que se podía tener.


La guerra se extendió más de lo que muchos contaban. Algunos de los soldados no le veían sentido a esta guerra, tan lejos de casa. En la mente de nuestro soldado, se empezó a sembrar las dudas de si todo esto era sólo una cruel forma de que los peces gordos se llenaran los bolsillos. Un pensamiento que cada día que pasaba se iba incrementando más y más.

Un día como otro cualquiera, estando en la base, la desgracia cayó sobre él. Mientras el pelotón hacía una maratón de 20 km, de un momento a otro, BUM! El alma desgarrada de John Fire al ver a su mejor amigo Walter, destrozado en mil pedazos a causa de una mina. Desde ese instante ya nada volvió a ser lo mismo. La rabia se apoderó de él. Sus ojos se inyectaron en sangre y su cara dejó al resto más impactados que la situación. Las únicas palabras que salían de su boca eran: ¡Muerte al general! ¡MUERTE AL GENERAL! Rápidamente empezó a correr como un desquiciado a hacia el cuartel entre las miradas atónitas del resto de sus compañeros.

El apodo "Fire", no sólo venía por su pelo, sino también por su afición a los explosivos. John lo asumió como parte de su personalidad, convirtiéndose nunca mejor dicho, en una bomba de relojería para su general.

Al llegar al cuartel, se dirigió directamente hacia el arsenal, armándose con todo tipo de granadas y explosivos C4. Era la encarnación del diablo, su mirada transmitía calor. En ese momento se escuchó una sirena de alarma. John Fire sabía que él tenía algo que ver, suerte que su objetivo se encontraba a unos 50 metros de su posición. Instantáneamente, 8 soldados cubrieron la entrada. Sólo hicieron falta dos granadas. La muerte se cernía sobre ellos.

La bestia de fuego se dirigió como toro enfurecido contra la casa arrollando cualquier obstáculo a su paso. Sólo quedó uno. Una puerta de hierro que golpeó hasta que le sangraron los nudillos. Así que decidió hacer honor a su nombre y colocó el C4 en la cerradura. 3, 2, 1... ¡BUM! Adiós pared.
Tras los restos de fuego y de polvo, quedó la imagen de un general del gran Ejército de los Estados Unidos escondido debajo de la mesa de su despacho con una pistola en la mano. El general gritó: ¿POR QUÉ LO HACES? ¿ESTÁS LOCO?

A lo que respondió Fire: ¡Juré por mi vida proteger la bandera de los Estados Unidos mientras a ti sólo te interesa el poder y el dinero! Mi mejor amigo, muerto por tu maldita codicia ¡LO VAS A LAMENTAR!

John se abalanzó sobre la mesa que destruyó a base de patadas, descubriendo el cuerpo flacucho del general, que trataba de taparse para que no le golpeara. ¡NO ME MATES! ¡NO ME MATES!- dijo.
- Ya estás muerto. Le dijo Fire con voz tierna.

En ese momento lo cogió del cuello y lo arrastró contra la ventana, le ató la cortina por el cuello y lo colgó de la lámpara. El general se movía de forma extraña, como si quisiera llorar pero no pudiera al tener el cuello apretado. Su único hilo de esperanza fue que la cortina era lo suficientemente larga como para que sus pies tocaran el suelo de puntillas. Pero ese día no existía la suerte, se había alejado varios kilómetros.

Fire al ver que no moría, decidió poner el broche de oro, a su estilo. Con un C4 en cada mano, John Fire se acercó lentamente al oído de su víctima y le susurró: Si no solucionas los problemas, te acabarán explotando en la cara. Este por todo lo que te has beneficiado con nosotros.- mientras le introduce el explosivo en el bolsillo izquierdo. Y este otro por mi hermano Walter Hutton, que hace ya varios meses que debería estar ¡EN CASA! Y ahora está muerto. ¡MUERTOOOO!- Gritaba Fire a la vez que dejaba el otro C4 a los pies del desdichado general.

John saltó por la ventana, entre la bola de fuego producida por la explosión. Su pelo estaba en llamas y su cara un poco quemada, lográndose levantar entre un montón de escombros y trapos ardiendo. Los soldados que contemplaron desde el exterior, no movieron ni un sólo dedo y sus caras reflejaban una mezcla de asombro y desolación. La bestia de fuego, antes llamada John Fire, corrió hacia el desierto y nunca se supo más de él. Pero una cosa sí que es cierta, que el desierto no puede quemar al fuego. 

miércoles, 21 de mayo de 2014

La maldición de la Geisha




Cuenta la leyenda que en tierras cercanas al lago Biwa, al ocaso del siglo XVI, se estaba librando una guerra civil por el trono del imperio nipón. La guerra mostraba su lado más cruel en las sangrientas batallas, pero no era sólo eso lo que estremecía aquellos lugares.

Los soldados de uno y otro bando lucían cansados y desgastados de tanto combate. Cada día tenían que caminar unos 20 km hasta la frontera con el enemigo. Sus largas armaduras y escudos pesados no amenizaba el viaje. Esta vez se trataba de una batalla decisiva, el lugar de encuentro, Sekigahara.

El ejército que se encontraba bajo las órdenes del general Toyotomi Hideyori, no se esperaba que una maldición caería sobre ellos. A varios kilómetros todavía de su destino, el batallón debía atravesar entre dos pequeñas colinas. Los agotados samuráis veían como el sol se estaba ocultando mientras seguían a paso firme. Fue entonces cuando el cansancio les produjo una visión no muy lejana, sobre la colina, de una bella presencia femenina y todos aquellos que la vieron quedaron totalmente obnubilados.

La sensación era tan profunda que los soldados quedaban hipnotizados por tal preciosa imagen. Corrían y corrían como caballos desbocados hasta la cima de la colina. Mientras más se acercaban, más encandilados se sentían con su presencia. La brisa movía el largo pelo liso que acariciaba suavemente cada una de las curvas de su espalda clara y esbelta. Su rostro parecía de otro mundo, ojos sesgados de color negro azabache coronaban las facciones más perfectas que una belleza asiática pudiera desear. Además, esta hermosa geisha lucía parcialmente desnuda su parte superior y su dulce sonrisa lograba iluminar hasta el hombre más confundido con su identidad.

Cuando estos soldados calienturientos lograban alcanzar la cima de la colina, ésta se difuminaba entre los rayos de sol que traspasaban la sombra de los cerezos florecidos. Este fugaz espejismo aturdió enormemente las mentes de aquellos soldados que, sin saberlo, habían sido abrazados por la más densa oscuridad.

Cuando estos volvían con el resto, no tenían palabras para describir lo que les había pasado. Sólo mencionaban tal belleza que se les había grabado a fuego en sus retinas. Como es normal, los demás camaradas los tomaban por locos o se interesaban más por dicha visión. Pero estos celosos, se alejaban del tumulto, para pensar en solitario, como llegar a tocar tal escultural cuerpo de oriente. 


Tanto se apoderaba de sus pensamientos que cuando el sol se dignaba a salir y el ejército se preparaba para partir a la batalla, los soldados elegidos portaban unas oscuras ojeras de no haber pegado ojo en toda la noche. Es ahí donde comenzaba la maldición.


No era un día cualquiera, sino el 21 de octubre de 1600. Tampoco era un lugar corriente, sino una extensa pradera, más conocida como Sekigahara.


Cuando se escuchó el grito de guerra que daba comienzo al acontecimiento bélico, los débiles y confundidos soldados se enfrentaban totalmente desorientados contra expertos samuráis bajo el mando del señor feudal Tokugawa. El sonido de las afiladas katanas contra sus blandos cuellos ponía fin a tal extraña maldición.